La semana pasada diversas bodegas valencianas comprometidas con los vinos de terruño se dieron cita en Ondara (Marina Alta) para presentar sus novedades a los restaurantes y a los aficionados al vino. La alicantina Finca Collado, El Panxut de Ontinyent o la castellonense Terres Calisses presentaron unos vinos que son resultado de la recuperación de parcelas, algunas de viñas viejas, o de variedades ancestrales.
Delit es el vino de cabecera de la bodega de la zona alicantina de las Salinas, Finca Collado, y se trata de un monovarietal elaborado a partir de viñas viejas de monastrell plantadas en suelos arenosos y salinos. Delit se ha situado en el podio de los monastrells más reconocidos de la Comunidad Valenciana, no solo por ser una expresión fiel del terroir, sino por un trabajo en campo y bodega muy preciso. Se trata de un vino complejo y mediterráneo, fino y frutal al mismo tiempo, pero que no cae en el lugar común de los vinos hiperconcentrados. La ligereza y complejidad, junto con los matices varietales de la monastrell han hecho de este vino uno de los mejores representantes de los vinos autóctonos hasta el punto que se ha convertido en una referencia inexcusable en la carta de algunos de los mejores sumilleres valencianos, que lo han considerado muy maridable con la cocina de sus restaurantes. Finca Collado ya había consolidado su presencia en restaurantes con otros vinos, como su blanco de chardonnay y moscatel de grano menudo, con una ligera crianza. El blanco de la bodega es elegante y complejo, muy superior a tantas otras referencias que hoy casi monopolizan la oferta de vinos blancos de moscatel comerciales. Entre sus novedades, Fet a mà, un coupage de monastrell y cabernet sauvignon que promete, con buen recorrido en botella y con un precio ajustado.
La bodega El Panxut, de Ontinyent, también presentó sus vinos en el evento organizado por el distribuidor Bodegas Leopoldo en Ondara. El Panxut hace una apuesta por las variedades autóctonas, no solo por una monastrell bien trabajada, sino por la recuperación de la variedad valenciana ancestral, la bonicaire. El Panxut nos ofrece la oportunidad de acceder a un buen trabajo monovarietal de esta cepa casi desaparecida en un vino que explora su potencial y su amplia expresividad aromática en la línea variedades de color claro y cuerpo medio que recuerdan a la pinot noir, incluso con notas especiadas.
Por otra parte, la bodega familiar Barranc dels Cirers de Benlloch (Plana Alta) aspira a ser uno de los referentes de la recuperación de una zona vitivinícola tradicional, ahora por redescubrir. Elabora Terres Calisses con garnacha y variedades internacionales plantadas en tierras calizas sobre la ladera de una montaña a 400 metros sobre el nivel del mar. Se trata de una bodega que cuenta con el asesoramiento del enólogo de la comarca del Priorat, Roger Vernet y, si atendemos a su propia garnacha de la DO Monsant, su trabajo aportará un estilo fiel al terroir y conseguirá expresar el potencial de la garnacha autóctona en un entorno con una tradición vitivinícola recuperada como es la IGP de Castelló, con parcelas conservadas. Por todo ello, puede despertar el interés de los sumilleres y aficionados.