Por Pere Alberola
El pasado jueves en la vinoteca de Barcelona Petit Celler asistimos a la que es la última cata programada de la temporada. Nuevamente, de la mano del sumiller Bernat Martínez que preparó, con el pretexto del tour, un recorrido iniciático por los vinos de nuestro país vecino. Etapa a etapa, sirvió vinos de Alsacia, Borgoña, Provenza, Burdeos y Champagne. Ya nos avanzó Bernat Martínez que íbamos a catar algunos vinos que, sin alardear de naturales, ecológicos o biodinámicos, se han sumado a esas tendencias como una evolución natural.
La primera etapa nos llevó al sur de Alsacia, con el Clos Liebenberg Monopole 2011 de la bodega Valentin Zusslin. Esta bodega va por la 13ª o 14ª generación de la familia, con los hermanos Marie y Jean-Paul Zusslin al frente. Este riesling forma parte de la gama superior de la bodega, que trabaja y certifica su producción como biodinámica desde 1995. Su explotación se configura como un ecosistema comprometido con la biodiversidad, donde los campos se labran con caballos para evitar la compactación del suelo o se cultivan árboles frutales. Todo, con la intención de crear un ciclo los más integrado posible.
La crianza de Clos Liebenberg Monopole se realiza en fudres elípticos de 5.000 litros, con lo que se consigue un gran respeto por esta noble variedad: la riesling. En la cata, mostró las notas de hidrocarburos habituales en vinos de la zona, un punto vegetal, recuerdos de miel, piedra y mineralidad, puede que por el gres del suelo de la parcela. Además, en boca es vertical, amplio y largo. Las notas golosas encuentran un equilibrio excelente con la acidez de este vino. También es cálido y redondo, ya que el macizo de los Vosgos resguarda del clima más frío esta zona alsaciana, que es soleada y seca. No hay que perdérselo.
La siguiente etapa nos lleva a la región de Beaujolais, al extremo sur de la Borgoña, una zona de transición con el Ródano. Catamos el blanco básico de la bodega del joven negociant Christophe Pacalet, añada 2014. No se ha de confundir con su primo Phillipe Pacalet que elabora vinos más al norte, en côtes de Beaune y de Nuits en la Borgoña. Christophe utiliza en la vinificación levaduras indígenas y evita el sulfuroso dentro de lo posible, en la línea de un trabajo hacia lo natural de los nuevos beaujolais. Este blanco es un chardonnay con crianza en lías y eso se nota en copa: mantequilla, pastel de limón, cremoso… Uva procedente de una zona cálida, pero donde el productor consigue frescura. Para ser el vino básico de la bodega, da mucho de sí.
Y este tour nos lleva también a Burdeos en la siguiente etapa, con un Château Thieuley blanco de 2015, de la zona de Entre-Deux-Mers, mares que son los ríos Garona y Dordoña. Esta vez, vamos a una etapa fría y atlántica. Un blanco de Burdeos no es lo mayoritario en la zona y menos aún un coupage de sémillon, sauvignon blanc y la inusual sauvignon gris. Sin madera, solo algunos meses en depósitos de acero inoxidable. Notas limpias de hierba recién cortada, sal de apio, metálicas. Un vino recto y algo salino en boca.
Catamos también un rosado de Provenza del elaborador ecológico Domaine Saint Andrée de Figuière, una propiedad de la familia Combart originaria de la Borgoña. Este vino lleva el nombre de una de las descendientes, Magali, hoy al frente del negocio con sus dos hermanos. Se trata de un vino meridional, mediterráneo de diversas variedades como la cinsault, garnacha, cariñena, cabernet sauvignon…. La ligera maceración de la uva en su elaboración, aporta notas de cereza, piel de mandarina, golosidad, pimienta rosa, flores blancas… la añada, 2016.
El sumiller Bernat Martínez de Petit Celler, quiso acabar este tour, con una etapa espectacular. Acabamos con un champagne del pueblo de Aÿ, en el valle del río Marne, denominado Esprit Nature. Lo elabora la antiquísimaMaison Henri Giraud que ya está en manos de la duodécima y trigésima generación de la familia. Una casa comprometida con el terroir y con la tradición, que ha hecho su propia revolución volviendo a los orígenes remotos y recientes.
Se han pasado a la fermentación en terracota en la línea de la tradición grecolatina y han recuperado la crianza en barricas hechas exclusivamente con roble de los cercanos bosques de Argonne en Champagne, por otra parte, tristemente conocidos por las batallas de la I Guerra Mundial. El roble de estos bosques era el utilizado por los enólogos de la zona hasta los años cincuenta y su reintroducción entronca con el compromiso de la casa Giraud con la tradición local. El enólogo de cabecera considera que la harmonía entre la elaboración de un champagne y la utilización del roble local para vinificar es total. El vino base del champagne Esprit Nature tiene seis meses de crianza, un tiempo en huevos de terracota y después en barricas de roble. Se ha eliminado el acero inoxidable del proceso de elaboración. Su coupage es al 70% pinot noir y el resto de chardonnay. En boca está muy presente la pinot noir, con sus notas de frutos rojos, pero también de albaricoque, cítricos, fragante, cremoso, burbuja integradísima, mineral, vinoso… Excelente.